viernes, 7 de marzo de 2014
viernes, 7 de febrero de 2014
LENGUA 4º: LOS TIEMPOS VERBALES
-¿Ha llegado el avión de Moscú?- preguntó el director del auditorio auditorio
- Sí señor. Llegó hace una hora –le respondieron por teléfono.
El director del auditorio colgó. A lo lejos, se oía la protesta del público:
- ¡Que salga ya, que el público se va!
Por fin apareció en el despacho un hombre calvo, bajito y sonrosado. Llevaba un jersey rojo, unos pantalones de pana, unas botas llenas de barro y un maletín de hojalata.
- No sabía yo que el señor Proppof fuera tan raro –murmuró el director.
- Sí. Pero luego ante el piano se transforma – comentó el secretario.
El director del auditorio salió sonriente a su encuentro y llevó al pianista a su camerino.
- Cámbiese y salga pronto. ¡Y póngase el peluquín!
- No, no se preocupe. Yo trabajo bien así.
Pero el director cerró la puerta y lo dejó allí. El hombre salió al rato con un frac que
le colgaba por todos los lados.
Llevaba un peluquín que le hacía más distinguido y más interesante. Al poco, se abrió el telón y la gente
comenzó a aplaudir.
- Lo esperan dos mil personas para ver cómo trabajan esos dedos
maravillosos –le anunció el director.
- ¡Caramba! ¡No es para tanto! Yo, al fin y al cabo, hago chapucillas.
- ¡Chapucillas! ¡Qué cosas tiene! ¡Usted es un genio!
El director empujó suavemente al concertista hacia el escenario. El público aplaudía frenéticamente. El hombre sacó una llave inglesa del bolsillo.
<<Ah, primero va a afinar el piano. Pero, ¡caramba!, ¡con una llave inglesa!
Es genial>>, pensó el director mientras veía cómo abría la tapa del piano.
- ¿Qué hago? –preguntó el hombre al director.
- Apriete.
El hombre apretó dos o tres clavijas, y las cuerdas saltaron. ¡PLANG! La gente, entusiasmada,
comenzó a aplaudir.
- ¡Que toque! ¡Que toque! –gritaron algunos.
El hombre cogió la llave inglesa y empezó a aporrear las teclas. El ruido era
infernal. La gente estaba con la boca abierta. El director cogió al hombre y lo sacó a la fuerza del
escenario.
- ¿Qué hace? Me ha destrozado el piano. Parece que no sabe usted tocar, señor Proppof.
- Yo no me llamo Proppof. Yo soy el señor Pérez, el fontanero. Venía a arreglar los grifos del lavabo.
Del teatro llegaban gritos y voces:
- ¡Que salga, que salga! ¡Otra, otra, otra!
Entonces, el fontanero salió con la llave inglesa y destrozó lo que quedaba del piano.
Al día siguiente, todos los periódicos se hicieron eco del enorme éxito del músico
Esta noche se repite el concierto. El director ha comprado otro piano, y el señor Pérez, otra llave
inglesa.
Los Prefijos
Los verbos Los tiempos verbales I
Actividad 3. Gramática: El verbo (II)
LOS TIEMPOS VERBALES
Actividad 4. Expresión escrita: Estilo directo e indirecto
martes, 4 de febrero de 2014
martes, 7 de enero de 2014
LENGUA 3º: LOS NOMBRES
La leyenda del Sol y la Luna
Antes de que hubiera día en el mundo, se reunieron los dioses en Teotihuacan.
-¿Quién alumbrará al mundo?- preguntaron.
Un dios arrogante que se llamaba Tecuciztécatl, dijo:
-Yo me encargaré de alumbrar al mundo.
Después los dioses preguntaron:
-¿Y quién más? -Se miraron unos a otros, y ninguno se atrevía a ofrecerse para aquel oficio.
-Sé tú el otro que alumbre -le dijeron a Nanahuatzin, que era un dios feo, humilde y callado. y él obedeció de buena voluntad.
Luego los dos comenzaron a hacer penitencia para llegar puros al sacrificio. Después de cuatro días, los dioses se reunieron alrededor del fuego.
Iban a presenciar el sacrificio de Tecuciztécatl y Nanahuatzin. entonces dijeron:
-¡Ea pues, Tecuciztécatl! ¡Entra tú en el fuego! y Él hizo el intento de echarse, pero le dio miedo y no se atrevió.
Cuatro veces probó, pero no pudo arrojarse
Luego los dioses dijeron:
-¡Ea pues Nanahuatzin! ¡Ahora prueba tú! -Y este dios, cerrando los ojos, se arrojó al fuego.
Cuando Tecuciztécatl vio que Nanahuatzin se había echado al fuego, se avergonzó de su cobardía y también se aventó.
Después los dioses miraron hacia el Este y dijeron:
-Por ahí aparecerá Nanahuatzin Hecho Sol-. Y fue cierto.
Nadie lo podía mirar porque lastimaba los ojos.
Resplandecía y derramaba rayos por dondequiera. Después apareció Tecuciztécatl hecho Luna.
En el mismo orden en que entraron en el fuego, los dioses aparecieron por el cielo hechos Sol y Luna.
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